sábado, 24 de diciembre de 2011

Acerca de la identidad



¿Quién soy?, ¿cómo soy? ¿Quiénes somos y cómo somos?...Bueno, sí son preguntas de un problema antropológico y podríamos citar variadas respuestas: un animal racional, un ser de cuerpo y alma, solamente materia, creación de Dios, organismos biológicos que responden a un estímulo, etc. Variadas verdad? Y contradictorias incluso…

Pero hoy escribo no para poner en tela de juicio una u otra postura (pues quien sabe cuál es la verdad absoluta), sino para pensarnos como seres humanos: acaso lo somos? Acaso nos estamos haciendo Humanos o siempre lo fuimos?…cada uno lo sabrá. Y pienso según observo, y según observo me indigno, según me indigno de lo que veo, reflexiono…
Qué me hace a mi pensar  o definirme como un ser diferente en el mundo?, ¿qué me lleva a diferenciarme de los demás? En qué radica esa diferencia para mi?...pensé en los “fueguitos”, ese término un tanto “cursi” –según un amigo-, un tanto tonto, pero capaz de resaltar esa cualidad de luz en cada uno.

Yo soy lo que hago de mi mismo con lo que yo elijo, con lo que han hecho de mi, con lo que traigo desde la cuna… no soy más ni menos que ello…  ¿Cómo es que puedo catalogar al otro como un simple cuerpo físico, colocarle una etiqueta que lo disminuye, compararlo con los animales (hablo en un sentido despectivo).

Será que reflejamos la propia miseria en las palabras que colocamos a los otros? Miserables, eso somos cuando mostramos nuestras carencias, cuando odiamos, cuando nos deshacemos de la Humanidad del Otro. Caemos tan bajo a veces que parecemos las víboras que se arrastran quizás absorbiendo el polvo de donde pasa. Sin dejar rastro alguno a veces.

Siempre escudándonos en las afirmaciones de los demás, en circunstancias, desplegando responsabilidad hacia el Mundo. Y el Mundo son los Otros, el Mundo también soy Yo.

Más Tú me has enseñado que más allá de ser yo misma y mis creencias, hay otros espacios posibles, igualmente aceptables, valorables,  tan cargados de significados, vida, color y pasión. Tu me has enseñado un mundo de significados que no conocía.


Te miro, rubio de ojos azules, tus cabellos negros como azabache y me pierdo en tu mirada color café. Y estás allá, pero tan cerca de mí que puedo tenderte la mano. Tu Humanidad no se desgasta por los tiempos, las lejanías, la pobreza o las ideologías. Oh no! Se acentúa, se remarca como el latido de un corazón… lejos de sentirte nada, te conviertes en todo, en ese aire que se respira, olor a hombre, a trabajo, a esfuerzo y valentía…te conviertes  en lo que necesito para afirmarme…

Cuando quise verte, me encontré yo misma…