viernes, 3 de febrero de 2012

TODOS SOMOS INTELECTUALES

…Más no todos tenemos esta función en la sociedad…
 
  

 
El postulado de Antonio Gramsci anula la concepción tradicional acerca del hombre: no podemos escindir homo faber de homo sapiens. Es decir, todos los hombres pensamos, puesto que aunque no realicemos la tarea propiamente dicha de intelectuales en la sociedad, todos tenemos una concepción de hombre, mundo, vida, etc. La propuesta del autor pretende superar la concepción que dejaba tajantemente demarcado que sólo las altas capas de la sociedad eran capaz de pensar mientras que las masas, las clases obreras estaban sujetos a sus designios, pensamientos y órdenes y existían solamente para cumplir el papel de “homo faber”, el hombre productor de bienes.

El hombre, es para Gramsci, espíritu, creación histórica, no es un mero objeto u organismo que ocupa un lugar sino que es un ser sociohistórico, reflejo de las condiciones que le son dadas por el contexto. Como buen marxista, rompe con el individualismo para hablar de "un ser social, un ser colectivo". 

De ahí que no exista actividad humana que no implique pensar, que excluya el intelecto.
Sin embargo, esto va más allá en Gramsci: la noción tradicional, clásica de “intelectuales” supone que sólo los grandes científicos y filósofos de la historia pueden hacerse merecedores de este título, mientras los demás quedarían relegados a un plano de inferioridad intelectual, a la mera práctica sin reflexión de la misma.

Este filósofo supone que el  papel del intelectual en una sociedad más humana, claro está, supera la mera función de “intelectual de oficio o de casta” ya que implica un reconocimiento de la propia realidad, responsabilidad, compresión y compenetración con la misma, supera el aislamiento  o división que se daba en la vieja concepción y los hace mediadores entre el pueblo y el Estado. El intelectual no puede desprenderse o retraerse del pueblo porque de esa forma estaría reproduciendo la antigua concepción de “intelectual de oficio”.

La propuesta gramsciana abarca una nueva mirada de la dialéctica social: intelectuales y masa obrera conformarían lo que ha denominado bloque histórico, estableciéndose así una unidad inquebrantable  donde los primeros le dan una organización  y sentido a los planteamientos y necesidades de los segundos. Dicha unidad existe en todas las áreas de la vida: social, política, espiritual cultural, etc. – destruyendo de esta manera la concepción estatista de los estamentos sociales que no permiten movilidad en los mismos. Es decir, estas posiciones no son inamovibles, sino más bien asumen una estructura dialéctica.

El punto aquí es la acción, la reflexión ligada a la acción: praxis de la mano del bloque histórico y donde los obreros ya no son simples ejecutores sino que asumen un rol protagónico, se hacen escuchar por medio de esos intelectuales comprometidos con la realidad del mismo.

Ahora ya no se adquiere saberes para monopolizarlos en un pequeño grupo selecto, sino que el bloque permite la socialización de ellas a “cara descubierta”, transformándose en plataformas de acción y transformación social.

“La mayor parte de los hombres son filósofos en cuanto operan en la práctica y en su trabajo práctico está implícitamente contenida una concepción del mundo, una filosofía."




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